jueves, 14 de febrero de 2013

La razón, la razón por la que el mundo no acabo en el 2012 como muchas personas tenían previsto y a lo cual temían fue por una simple e importante razón; justicia.
En el 2012 debieron de haber nacido miles de bebés, con nuevas esperanzas de sentir y conocer lo que es vivir, con nuevas esperanzas para los papas de tener a alguien a quien transmitirle todo lo bueno, a alguien a quien mostrarle lo hermoso de este mudo, a alguien para les hiciese felices con un solo abrazo, un dibujo o un simple "te quiero".

Hubiera sido muy injusto para esos recién nacidos que el mundo se acabara de la nada, privándoles del derecho que tenemos todos: vivir. Al igual que a la gente que por fin había encontrado su verdadero amor, a esos jóvenes que recién terminaban sus estudios y ya era hora de empezar a cumplir sus metas, sus sueños, sus deseos. Hubiera sido algo injusto, para ellos, para nosotros, para todos.

También es otra oportunidad. Para tratar de ser mejores que en los otros años, para cuidar más y valorar nuestro hogar, nuestro planeta. El problema es que aun no vemos ese cambio en la mayoría de la población de este planeta. Lo único que queda es la esperanza.

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